viernes, 25 de mayo de 2012

El objeto especial

Hoy tuvimos una de las actividades que los chavos suelen recordar del curso. A los profesores nos entrenan para pensar que las mejores actividades son las que más directamente tienen relación con los contenidos de aprendizaje de la materia. Con el paso del tiempo tiendo a pensar que no es así. Las mejores actividades son las que ofrecen experiencias memorables, las que involucran a toda la persona, las que conectan al estudiante con otras personas y, especialmente, consigo mismo.

Hoy tuvimos, digo, una de esas actividades, la del "objeto especial". Las instrucciones son simples. Cada alumno tiene que traer a clase un objeto especial en su vidas y tiene que contarnos en frente de la clase por qué lo eligió. La idea no es mía. La tomé prestada de una de mis mejores amigas, Pilar Almansa, directora teatral en Madrid. Me dijo que era un ejercicio que hacían muchas veces en teatro para romper el hielo.

Los propósitos de la actividad son tantos que, cada vez que la hago, descubro uno nuevo. Sirve, obvio, para romper el hielo y empezar a conocernos entre todos, pues las presentaciones habituales (ya saben, "me llamo Fulanita, estudio tal, tengo tantos años, soy de tal lugar..." suelen enfriar la curiosidad. En las clases que me gusta hacer esa conexión grupal es fundamental, pues mi ideal educativo es crear una comunidad de aprendizaje (un poco al estilo de "las comunidades de práctica" de Wenger).



La actividad permite, además, que cada estudiante empiece a explorar sus habilidades y límites iniciales como orador, y empiece a experimentar la oratoria (hablar frente a un público) es una forma de expresar lo que uno es, de comunicar nuestra identididad. Es decir, que la oratoria no sólo es un ejercicio intelectual, sino también profundamente emocional.

Hoy brotó, además, un nuevo sentido de la actividad que nunca había reconocido. Me fijé en las frases de los estudiantes y sus mensajes estaban llenos de aciertos estilísticos, de frases memorables. Aquí va una pequeña lista:
  • frases filosóficas: "la pintura es parte de mi cuerpo" (Marcus), "mi amor es el mar" (Teo), "la música es un idioma diferente" (Felipe), "algo que viene de la tierra tiene tanta fuerza" (Sheila), "
  • silogismos: "el reloj representa tiempo, el tiempo representa pasado, el pasado representa recuerdos" (Andrea)
  • metáforas: "me gusta dibujar mis sentimientos" (María José)
  • paradojas: "no me gusta que no me haya cosas que no me gusten" (Karen)
  • intensificaciones: ""siento la gorra como parte de mí.... sin ella no puedo ser yo" (Pepe Toño)
  • y hasta la actualización cotidiana del melodrama latino: "me peleé con mi roomi porque me abandonó" (Viri).
Nunca había pensado así la actividad, como un gran texto creado por los alumnos, lleno de frases huecas, de muletillas, de titubeos, pero también de relámpagos expresivos, de hallazgos personas.

Además de un ejercicio de oratoria se convirtió, de pronto, en un taller de retórica. Y ambos grupos, por cierto, estuvieron geniales... fueros íntimos, divertidos, simpáticos, ligeros....y, lo más importante de todo, fueron solidarios. En una clase, Andrea pidió disculpas por haber tildado de cursi la elección de un peluche. Marcus salió en defensa de Gustavo y sus dificultades para hablar en público (que resolvió con agallas, luchando contra sus propios límites....¿no es acaso lo que deberíamos hacer todos?).

En fin, el verano empezó con muy buen pie.

1 comentario:

  1. WoOoOooola hola
    pues esta actividad definitivamente no la voy a olvidar, estuvo muy entretenida y me llevo el grato recuerdo de que minimo a usted le sonó lo que dije sobre mi objeto especial, me dio mucho gusto que me mencionaran.

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